lunes, 17 de mayo de 2010

Estructura diacrónica de los procesos de investigación

Fuente:http://www.mistareas.com.ve/enfoques-epistemicos/estructura-diacronica-de-la-investigacion.htm


La consideración central en una perspectiva diacrónica es que toda investigación va más allá de los límites de un individuo investigador para ubicarse en redes de problemas, temas e intereses que muchas veces abarcan largos períodos históricos y varias generaciones de estudiosos. Esto constituye una visión transindividual de los procesos de investigación. Cuando un investigador cualquiera elige un tema de estudio y se formula una pregunta y unos objetivos de trabajo, en realidad lo que hace es inscribirse dentro de una red temática y problemática en la que también trabajan y han estado trabajando otros investigadores, red que suele tener en el tiempo toda una trayectoria de desarrollo y que, a su vez, mantiene sucesivas y complejas conexiones con otras redes. Este complejo temático y problemático en que se inscribe un investigador es lo que, dentro del Modelo VIE, se concibe como un Programa de Investigación .

Galileo y Einstein ilustraron perfectamente bien este concepto cuando declararon que el éxito de sus trabajos personales se debía al hecho de haber caminado “sobre hombros de gigantes”, refiriéndose precisamente a que retomaron planteamientos previamente formulados y se basaron en intentos y soluciones anteriores a ellos, sin tener que comenzar desde cero.

La noción de Programas de Investigación , que es general y abstracta, se concreta en la idea más operativa de Líneas de trabajo, que remite a secuencias de desarrollo en torno a un problema global y que aglutina a Grupos Académicos cuyos integrantes mantienen entre sí contactos virtuales o materiales. Unas veces se trata de contactos por lecturas de los trabajos producidos dentro del grupo, aun sin conocerse personalmente y hasta sin pertenecer a una misma época o lugar, y otras veces se trata de efectivos encuentros e intercambios en tiempo y espacio reales.

Una secuencia de desarrollo investigativo en torno a un problema global puede representarse en cuatro fases o instancias sucesivas: se comienza elaborando descripciones observacionales (o registros) de la realidad que se considera digna de ser estudiada. Una vez que existen suficientes descripciones o registros, se pasa a la construcción de explicaciones o modelos teóricos que establezcan relaciones de interdependencia entre las distintas clases de hechos adscritos a esa realidad bajo estudio o que indiquen por qué esos hechos ocurren del modo en que ocurren. En una tercera fase, se pasa a las contrastaciones , es decir, a las tareas de evaluar o validar las explicaciones o modelos teóricos construidos en la fase anterior, con el objeto de establecer respaldos de confiabilidad para los productos elaborados dentro de la secuencia. Y, finalmente, una vez que las teorías o explicaciones han adquirido cierta verosimilitud y plausibilidad, se pasa a la instancia de las aplicaciones , donde los conocimientos teóricos se convierten en tecnologías de intervención sobre el medio o de transformación del mismo. Luego, la culminación de esa secuencia vuelve a generar nuevos problemas y nuevas secuencias, en términos de iteración y recursividad. Dentro del Modelo VIE, estas cuatro fases se denominan, respectivamente: descriptiva, explicativa, contrastiva y aplicativa .

Hay varias conclusiones que pueden derivarse de lo dicho hasta aquí. Una de ellas es que los Programas de Investigación suelen ser anteriores a cualquier investigador y mucho más abarcantes que sus propios esfuerzos individuales. Es decir, cuando un individuo se convierte en investigador y cuando decide resolver una incógnita científica, su primera decisión consiste en ubicarse dentro de un Programa de Investigación y, más concretamente, dentro de una Línea de trabajo. Por lo general es alguien que viene formándose dentro de una cierta especialidad y que ya tiene cierto dominio de los temas, intereses y trabajos que han venido produciéndose dentro la misma. Es allí, entonces, donde suele obtener sus datos de partida y donde detecta un problema y unos objetivos de trabajo en total continuidad con la trayectoria diacrónica del Programa. Por tanto, elegir un tópico de investigación es casi exactamente lo mismo que elegir una Línea de trabajo y, en consecuencia, adscribirse a una especie de familia de investigadores.

Pero, como segunda conclusión, lo anterior implica no sólo la selección de un tema y una red problemática sino, además, la sucesiva decisión acerca de en cuál de las fases o instancias de trabajo conviene ubicarse, siempre dentro de la correspondiente secuencia diacrónica. Por ejemplo, puede haber una cierta Línea de trabajo donde ya la fase descriptiva se halla bastante saturada (tanto en el sentido de cantidad y competitividad de investigadores como en el sentido de que ya se han producido suficientes trabajos descriptivos) y donde la fase explicativa ha avanzado mucho (como suele ocurrir actualmente en la mayoría de las ciencias naturales) y entonces suele ser más conveniente ubicarse en la fase de las necesidades contrastivas (prueba de teorías) o de las necesidades aplicativas (invención de tecnologías o prototipos de control del medio). Pero puede haber otras Líneas (como suele ser el caso dentro de los Programas de Investigación en el área Organizacional) donde aun en la fase descriptiva se requieren muchos trabajos y donde la fase teórica se halla apenas comenzando.

Otra conclusión de interés es que los Grupos Académicos dentro de cada Programa de Investigación suelen privilegiar no sólo determinados campos observacionales (áreas descriptivas) y determinadas formas teóricas (áreas explicativas) que funcionan como preferencias o prioridades, sino que además se cohesionan en torno a determinadas convicciones acerca de lo que conciben como conocimiento científico, como vías de acceso y de producción al mismo, como mecanismos de validación o crítica, etc. Todas estas preferencias constituyen lo que aquí se ha llamado “Enfoque Epistemológico” (aproximadamente lo mismo que Kuhn llamó “paradigmas”). Así que una tercera decisión de todo individuo que se convierte en investigador (y que suele ocurrir automática e implícitamente con respecto a las dos decisiones anteriores) es la definición del enfoque epistemológico en el que ha de moverse más cómodamente. Detengámonos brevemente en este criterio de los enfoques epistemológicos, que también funciona como criterio de diferenciación o variación dentro del Modelo VIE.

Como se ha visto a lo largo de toda la historia de la ciencia, los investigadores desarrollan, comparten y trabajan bajo una cierta óptica de la realidad, que los conduce a un sistema de creencias arraigadas alrededor de la naturaleza del conocimiento y de sus formas o canales de generación y legitimazación. Este sistema de creencias lleva incluso a ciertos patrones de desempeño y a ciertos criterios de realización y logros. Pero las ópticas desde las cuales se ve el mundo, así como los asociados sistemas de creencias en torno al conocimiento (junto a los patrones de trabajo y a los criterios de realización y logros) no siempre han sido coincidentes entre las distintas épocas ni entre los distintos Grupos Académicos. Aparte de las coincidencias internas de grupo y de períodos históricos, estos sistemas de creencias han sido sumamente divergentes entre unos y otros grupos y entre unas y otras épocas históricas. Tales divergencias son lo que explica las radicales diferencias entre los patrones investigativos seguidos por los antiguos griegos, por ejemplo, y los seguidos por los investigadores occidentales del Renacimiento y del siglo XX.

Para dar cuenta de estas diferencias entre enfoques epistemológicos se han propuesto muchas clasificaciones (no todas ellas, por cierto, respetan las reglas lógicas de la clasificación). En el Modelo VIE se recurre a dos criterios básicos de definición de clases de enfoques, para obtener tres clases básicas. Un primer criterio es lo que se concibe como producto del conocimiento científico y un segundo criterio es lo que se concibe como vía de acceso y de producción del mismo. De acuerdo a estos dos criterios tenemos tres clases de enfoques epistemológicos: Enfoque epistemológico empirista-inductivo, enfoque epistemológico racionalista-deductivo, Enfoque epistemológico Instrospectivo-vivencial.

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